Escenificar las andanzas de los dioses, ya sea como pintor, músico, coreográfico o narrador, no consiste en saber de arte, sino en conocer los planos con los que el divino Creador ha dado forma al Universo. Por ello, no debemos sino trascender las historias mitológicas e indagar en su secreto.
"Saber de música no consiste,
por tanto, sino en conocer
la distribución ordenada
del conjunto del universo y cuál es
el plan divino por el que se asignó un
lugar a cada cosa; pues la ordenación
que, en un plan artístico, reúne en un
mismo conjunto las cosas singulares,
completa un concierto
muy dulce y verdadero
muy dulce y verdadero
que produce una música divina".
(Asclepio, 13)
El Mito del Juicio de Paris
Durante el embarazo, la madre de Paris soñó con un hacha encendida que abrasaba y convertía en ceniza a toda Frigia. El padre, asustado por ese presagio, consultó el Oráculo. A su regreso le pide a su esposa que no lo tenga, que mate a la criatura. Pero al nacer el niño, y viendo la madre su hermosura, no tuvo valor para cumplir el plan y decide salvarle la vida entregándolo a unos pastores, que vivían en el monte Ida, para que lo criaran.
Cuando a través de Hermes recibe el encargo de actuar de juez, Paris escoge a Afrodita o sea Venus, y esta agradecida le entregó solazarse con la más bella, y esa era Helena, la reina espartana esposa de Menelao. Paris entendió que no debía despreciar el regalo de una diosa, costara lo que costara.
Para comenzar tuvo que abandonar Frigia y a la Ninfa Enone, hija del dios de los ríos con la que estaba casado, y lo más grave, tuvo que secuestrar a Helena organizándose a partir de ese hecho la famosa guerra de Troya que iniciaron los que estaban por vengar a Menelao, y en la que tantos héroes murieron, caso de Héctor o Aquiles, y tantos hogares quedaron destrozados.
-Imagen: El Juicio de Paris es un cuadro anónimo, de alrededor de 1480. Museo de Arte Fogg. Universidad de Harvard.
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