sábado, 22 de diciembre de 2018

Solsticio de Invierno


Los ritos solsticiales y de año nuevo son ritos universales donde lo que se celebra es el triunfo de la lucha que establece la luz contra las tinieblas y en realidad lo que pretenden es la restitución del reino de Saturno, Señor del Tiempo y de la Edad de Oro. Ese es el significado que se da en casi todos los héroes solares y civilizadores, aquellos que vencen a las potencias de la oscuridad y del caos, representadas por todas las tradiciones y mitos por las entidades ctónicas y telúricas, tales como titanes, dragones, serpientes…. a las que se vence siempre con la luz, es decir con el rayo y las armas que la simbolizan, o sea, la espada o el hacha, especialmente la de doble filo.

También la copa, o el Grial, así como el fiel de la balanza, son símbolos identificables a la espada, en tanto que se trata siempre de un símbolo del eje del mundo, tal y como se representa en la Justicia. Recordemos que esta significación axial de la espada es la principal y la que le da su sentido más profundo.

Esta lucha contra lo monstruoso es la razón de ser del famoso combate del germánico Sigfrido, o del Caballero Cristiano San Jorge, representación humana de San Miguel arcángel, príncipe de las milicias celestes. O de la enseñanza del maestro Jesús, el propio Cristo, quien, recordemos, advirtió: "No vengo a traer paz sino espada", es decir justicia. Una espada cuyo poder nunca estuvo en la hoja sino en la fuerza de su Verbo.

Desde el punto de vista iniciático la luz es siempre símbolo de la inteligencia, representa una fuerza o energía divina que procede del fuego del espíritu, del mismo modo que la luz física proviene de la enorme masa de fuego que es el Sol. Ese es el sentido de la iniciación y por tanto todos estos arquetipos constituyen modelos ejemplares de ese combate interior que debe librar todo aquel que pretende alcanzar el Conocimiento de lo sagrado.

Para la tradición Cristiana, Jesús encarna esa acción iluminadora del Espíritu que penetra en la materia tenebrosa forzándola a pasar del caos al orden.

Dar a luz es alumbrar, y el Sol repite diariamente este rito cuando al salir por oriente ilumina el mundo sumergido en la oscuridad de la noche. Del mismo modo que el astro rey inicia su ascenso en la oscuridad de la noche, el nacimiento iniciático se cumple en la más completa oscuridad, en lo más secreto de la caverna del aprendiz, o sea en la cavidad del propio corazón, siendo esa la única iniciación válida.

Es bueno recordar que en verdad hay en todo el Universo una sabiduría natural, pero que en nada es comparable a la sabiduría del hombre. A eso se refieren los hermetistas cuando dicen que hay en el hombre una luz, que está fuera de la luz que nace de la naturaleza. Es la luz de la Inteligencia con la que el hombre capta, aprende y sondea los asuntos sobrenaturales. Y por eso se dice que es misión del ser humano comprender las cosas y no el llevar una existencia ciega entre ellas.

Por ello la característica de los ritos destinados a regenerar el tiempo es la realización de un rito armonizado con el ritmo del Universo, pues en definitiva toda actividad ritual e intermediaria dedicada a atraer las energías celestes a la Tierra, es un acto de magia, aunque, eso sí, las prácticas tienen efectos cuando el ánimo y la inteligencia están puestos en las verdades más elevadas, y en el Dios Supremo e incognoscible que está más allá de su propia Creación. M.A.D.



viernes, 21 de diciembre de 2018

PEQUEÑA BAILARINA. EDGAR DEGAS, 1881.



"La armonía suave del dulce canto
llega al oído hasta el corazón
de tal dulzura nace un vivo ardor
del cual surge la danza que tanto gusta".
Guglielmo Hebreo (1420-1484).