Los ritos solsticiales y de año nuevo son ritos universales
donde lo que se celebra es el triunfo de la lucha que establece la luz contra
las tinieblas y en realidad lo que pretenden es la restitución del reino de
Saturno, Señor del Tiempo y de la Edad de Oro. Ese es el significado que se da
en casi todos los héroes solares y civilizadores, aquellos que vencen a las
potencias de la oscuridad y del caos, representadas por todas las tradiciones y
mitos por las entidades ctónicas y telúricas, tales como titanes, dragones,
serpientes…. a las que se vence siempre con la luz, es decir con el rayo y las
armas que la simbolizan, o sea, la espada o el hacha, especialmente la de doble
filo.
También la copa, o el Grial, así como el fiel de la balanza,
son símbolos identificables a la espada, en tanto que se trata siempre de un
símbolo del eje del mundo, tal y como se representa en la Justicia. Recordemos
que esta significación axial de la espada es la principal y la que le da su
sentido más profundo.
Esta lucha contra lo monstruoso es la razón de ser del
famoso combate del germánico Sigfrido, o del Caballero Cristiano San Jorge,
representación humana de San Miguel arcángel, príncipe de las milicias
celestes. O de la enseñanza del maestro Jesús, el propio Cristo, quien,
recordemos, advirtió: "No vengo a traer paz sino espada", es decir
justicia. Una espada cuyo poder nunca estuvo en la hoja sino en la fuerza de su
Verbo.
Desde el punto de vista iniciático la luz es siempre símbolo
de la inteligencia, representa una fuerza o energía divina que procede del
fuego del espíritu, del mismo modo que la luz física proviene de la enorme masa
de fuego que es el Sol. Ese es el sentido de la iniciación y por tanto todos
estos arquetipos constituyen modelos ejemplares de ese combate interior que
debe librar todo aquel que pretende alcanzar el Conocimiento de lo sagrado.
Para la tradición Cristiana, Jesús encarna esa acción
iluminadora del Espíritu que penetra en la materia tenebrosa forzándola a pasar
del caos al orden.
Dar a luz es alumbrar, y el Sol repite diariamente este rito
cuando al salir por oriente ilumina el mundo sumergido en la oscuridad de la
noche. Del mismo modo que el astro rey inicia su ascenso en la oscuridad de la
noche, el nacimiento iniciático se cumple en la más completa oscuridad, en lo
más secreto de la caverna del aprendiz, o sea en la cavidad del propio corazón,
siendo esa la única iniciación válida.
Es bueno recordar que en verdad hay en todo el Universo una
sabiduría natural, pero que en nada es comparable a la sabiduría del hombre. A
eso se refieren los hermetistas cuando dicen que hay en el hombre una luz, que
está fuera de la luz que nace de la naturaleza. Es la luz de la Inteligencia
con la que el hombre capta, aprende y sondea los asuntos sobrenaturales. Y por
eso se dice que es misión del ser humano comprender las cosas y no el llevar
una existencia ciega entre ellas.
Por ello la característica de los ritos destinados a
regenerar el tiempo es la realización de un rito armonizado con el ritmo del
Universo, pues en definitiva toda actividad ritual e intermediaria dedicada a
atraer las energías celestes a la Tierra, es un acto de magia, aunque, eso sí,
las prácticas tienen efectos cuando el ánimo y la inteligencia están puestos en
las verdades más elevadas, y en el Dios Supremo e incognoscible que está más
allá de su propia Creación. M.A.D.
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