La imagen que de los dioses y númenes nos hemos forjado los humanos a lo largo de la Historia ha sido muy variada, desde la forma
antropomórfica (caso de los griegos y romanos, entre otros) hasta los que los
representaron con rasgos de animales (los egipcios, caldeos, precolombinos,
etc.).
Asimismo, tenemos a los que los figuraban bajo un símbolo numérico y geométrico, o
como un elemento determinado de la Naturaleza terrestre y cósmica que estuviera
en correspondencia con la idea-fuerza que conformaba la esencia misma del dios, siendo este el caso del Sol y la Luna, así como el resto de luminarias que pueblan la bóveda celeste.
Según algunas fuentes tradicionales, el Sol (Apolo) recibe su nombre de «Sólo él»,
porque cuando está en el firmamento sólo él reina. En cuanto a la Luna, su
paredro, fue llamada Diana entre los romanos, porque «hace de la noche día».
Respecto al nombre de la diosa Hera, dice Platón, que es una forma disimulada de
aire y en cuanto a Apolo, añade el filósofo en el Crátilo:
"No hay ningún nombre que, por sí solo, hubiera podido
ajustarse mejor a las cuatro atribuciones que son las propias del dios; su
nombre alcanza a todas y, por así decirlo, las hace ver: música, adivinación,
medicina y ciencia del arco, sincero y llano, que siempre da en el blanco,
purificador, autor del movimiento simultáneo" Mª Ángeles Díaz
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