Dionisos con tirso Guillaume Coustou 1677-1746.
Dionisos es otro de los grandes dioses venerados en todo el mundo grecolatino quien pasó a ser conocido también con el nombre de Baco. Su culto se extiende por todas las regiones del Mediterráneo aunque es Nisa el lugar que se da como lugar de su nacimiento. Sin embargo esta ciudad de Nisa no deja de ser sino un lugar mítico ubicada tanto en el Parnaso, como en el Helicón, en Delfos, Eleusis, Tebas, Eubea y otras varias regiones. En realidad se dice que el nombre de Nisa proviene de Dio-Niso o Nisa Divina, como la llama Homero en una de sus rapsodias27, es decir que estas diferencias en cuanto a los lugares de su nacimiento, designan sitios donde este dios era venerado por ser uno de sus dioses fundadores,28 como lo era Deméter, ambas deidades completamente impregnadas de un simbolismo vinculado con los distintos aspectos de la agricultura, a la que nos hemos referido como agricultura celeste, pues no sólo es la semilla al salir a la luz haciendo florecer los campos lo que anuncia el regreso de Perséfone sino que una estrella, la más brillante de la constelación de Virgo llamada Spica (Espiga) aparece en el cielo anunciando el acontecimiento de la Primavera. Y otra estrella de la misma constelación, Vindemiatrix, asciende en el cielo justo en el momento en que las uvas ya están a punto para ser cosechadas. Es por eso que el nombre popular dado a esta estrella es "la vendimiadora."
Dionisos es un dios inabarcable, sus múltiples nombres, referidos a sus otros tantos aspectos, así lo ponen de manifiesto. Como a Deméter, a él también se le construyeron numerosos santuarios, constituyendo las fiestas celebradas en su honor grandes acontecimientos populares que repartidos a lo largo del año, igualmente ordenaron el calendario romano entreverando el ciclo anual de alegría y divertimento. Aunque con el tiempo, y a medida que se fue perdiendo el sentido profundo y espiritual que estos actos festivos tenían, la propia desproporción del festejo fue acabando definitivamente con ellos, especialmente los conocidos como Bacanales, unas fiestas nocturnas trienales en las que al principio solo participaban mujeres, entre otras cosas porque Dionisos es el dios que con más fuerza representa el espantoso y cruel trance de los partos, cuando el dolor y la sangre se mezclan con el amor y la luz. Es este un brete por el que todo ser humano pasa siendo esa madre que pare la que da al niño tanto la vida como la muerte, ya que ambas nacen al mismo tiempo con cada uno de nosotros.
Es por eso que las Ménades, compañeras de Dionisos, tanto secuestran, persiguen y atemorizan a los infantes como los alimentan. Con el tiempo este rito de las Bacanales terminó por sucumbir a la exageración, degenerando de tal modo que llegaron incluso a ser prohibidas por las leyes romanas. Sin embargo esta degeneración populista y exotérica en la que cayó Roma tras haber perdido el sentido trascendente y universal representado en sus dioses, en cuanto que son aspectos de la Unidad, no impidió que los misterios simbolizados por Dionisos-Baco continuaran irrigando el alma de los pueblos influidos por el dios, y por consiguiente que la doctrina iniciática y sapiencial representada por él continuase. Los Centros consagrados a Dionisos representan un importantísimo eslabón de la cadena iniciática de Occidente, pues se trata de un dios directamente injertado o enraizado en la tradición Primordial, siendo Orfeo, el rapsoda mítico, a quien se debe la creación de los ritos destinados a invocarlo. Orfeo, a quien perfectamente puede identificarse con Dionisos, es el impulsor de los Misterios dionisíacos, del mismo modo que el Pitagorismo supuso una nueva readaptación de estos misterios, por otro lado conocidos desde siempre, de ahí que las iniciaciones debidas a Dionisos sean llamadas igualmente órficas. Se trata aquí de sendos ejemplos que documentan los cambios y renovaciones periódicas a los que se ha visto abocaba la tradición para renovar su mensaje, conservándose siempre en la tradición emergente lo más esencial de aquella a la que sustituye.
Hijo de la musa Calíope, la de los cantos sagrados, Orfeo recibió la lira de Apolo quien a su vez la recibiera de Hermes, componiendo con ella la música y la danza que servirían para invocar a Dionisos. Pues es así con danzas circulares y ritmo frenético, los llamados ditirambos, como se celebra al dios. Las mismas danzas y giros se hacían en torno al trono de Deméter. Podríamos decir que tanto la tradición de Dionisos como la de Deméter, suponen un nudo o lazo que religa los ancestrales cultos y misterios y prefigura las nuevas grandes formas que ha ido adoptando la tradición iniciática de Occidente para continuar vehiculando a través de sus ritos, mitos y símbolos, el Conocimiento espiritual. Nos referimos claro está al Judaísmo, el Cristianismo y a la Masonería. En especial existen en relación con la diosa de las espigas y el dios del vino, un vínculo evidente con los misterios de la Eucaristía que instituyó Jesús mediante el pan (cuerpo) y el vino (sangre-espíritu), ambos productos vegetales naturales, pero elaborados y fermentados por el fuego. Dionisos-Baco a quien como a Jesús también se le atribuyen prodigios de mutar el agua en vino,29 cuenta con numerosas leyendas; una de ellas, la más difundida, es aquella que le hace vástago de Zeus y de la princesa Sémele, hija del rey Cadmo de Tebas.
Cuenta esta leyenda que Zeus cautivado por la belleza de la mujer quiso que ésta concibiera un hijo suyo. Un día, cuando aún no se había cumplido el tiempo de gestación, Sémele, influida malévolamente por Hera, pidió al dios que se manifestara ante ella con todo su esplendor. Zeus accedió y la madre de Dionisos quedó inflamada con las llamas que su olímpico compañero despedía.
"Pídele –le dice la diosa a Sémele– que con toda la grandeza y la gloria que tiene cuando Juno (ella misma) lo recibe, con las mismas te dé sus abrazos vistiéndose con sus galas distintivas."30
Antes de que Sémele ardiera totalmente, Zeus tomó al hijo del vientre de la madre y se lo implantó en su muslo donde él mismo acabó de gestarlo. Es por eso que Proclo en su himno al Dios dice:
"Cantemos un ditirambo a Dionisos porque procede de dos casas: de la de Sémele y la del muslo de Zeus."
Autores modernos que relatan este hecho quieren encontrar en él un paralelismo con el nacimiento de Atenea, diosa parida por la cabeza del propio padre Zeus; sin embargo, este hecho se explica teniendo en cuenta que para los antiguos egipcios la Osa Mayor era llamada la constelación del Muslo lo cual corrobora la idea de que Dionisos es un dios primordial. René Guénon se refiere a este hecho extraño diciendo que esta leyenda según la cual el nacimiento de Dionisos se produce después de haber sido gestado en el muslo de Zeus,
"descansa sobre una asimilación verbal de las más curiosas: el término mêros, muslo, ha sustituido a Mêru, la montaña polar, al cual es casi idéntico fonéticamente."31
El Mêru es para los hindúes un monte celeste y mítico además de eje del Mundo, pues representa la parte de la tierra cuya prominencia más se acerca al Cielo. Idéntico significado tuvo para los persas el monte Alborj, o para los hebreos el Sinaí y Moriah, el Qaf para los árabes o el Uluru para los aborígenes australianos. Las vicisitudes para que el niño sagrado crezca y se desarrolle no se acaban con este segundo nacimiento ya que Zeus se ve obligado a ocultar a Dionisos a su esposa Hera, por ser ésta, como hemos dicho, tan terriblemente celosa del orden matrimonial. Por lo que Zeus confía al recién nacido a su otro hijo, Hermes, nacido de su relación con la Pléyade Maya. Pues se da la sorprendente circunstancia de que Hermes es el único de los hijos que Zeus tuviera fuera del matrimonio con Hera a quien la diosa estima y el único que incluso alimentó con su propia leche. El encargo que Hermes lleva de Zeus es el de entregar al niño dios Dionisos en los brazos de la hermana de Sémele de nombre Io o Ino, quien tenía un hogar con su marido Atamante y sus dos hijos. Se cuenta que Hermes persuadió al matrimonio para que criasen a Dionisos como si fuera una niña, para que no pudiera ser reconocido por Hera. Aunque es este un hecho simbólico que se relaciona con el carácter hermafrodita de la deidad remarcado en estas palabras que le dedica Ovidio:
"Porque tú gozas de juventud imperecedera, tú eres el eterno niño, tú bellísimo, eres admirado en el alto cielo, y tu rostro, cuando te muestras sin cuernos, es como una virgen"32
Sin embargo la diosa que acaba por enterarse del paradero del niño trama contra éste un plan perverso: volver locos a los dos tutores del pequeño para que sean ellos mismos quienes acaben con la vida de su protegido. Hera no consigue llevar a cabo totalmente su plan pues la pareja, enajenada por la diosa, en lugar de dar muerte al pequeño Dionisos-Baco, mata a sus dos propios hijos. Hermes siempre atento a la suerte del infante lo rescata y lo entrega a las Ninfas, a quienes deja el cuidado de proteger y educar en adelante al joven dios. Con el tiempo, dice la leyenda, que Dionisos iría al infierno donde ardía su madre, la mortal Sémele, inflamada en las llamas ardientes de Zeus, para liberarla y ya por el hijo convertida en diosa la condujo junto a los inmortales. La nutrida mitología en torno al dios es inconmensurable en cuanto a leyendas, todas ellas llenas de múltiples significaciones herméticas de modo que gran parte de los anales de la historia tanto mistérica o iniciática como popular de los pueblos de Occidente podrían ser contados siguiendo las huellas del dios. Orfeo le llama de varias maneras, uno de esos nombres con el que se refiere a Dionisos es el de Lisio Leneo, inventor y protector del lagar;
"memorable germen, glorioso, deidad liberadora, retoño sagrado y secreto de los dioses, piadoso Baco, nutricio, fecundo, que acrecientas la grata cosecha, y surges de la tierra en estallido, Ineo, vigoroso, multiforme, que te muestras a los mortales como remedio eliminador de las fatigas, sagrada flor, dios de la alegría."33
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