lunes, 28 de mayo de 2018

ROSWITHA DE GANDERSHEIM, dramaturga medieval





En esta ocasión traemos a la escena de este teatro de la Memoria a Roswitha una dramaturga alemana del siglo X, cuyo mérito de creadora le otorga un lugar destacado en la cultura de la Europa medieval.

Roswitha entra muy joven en la abadía de Ganderheim, aunque no como monja, sino como canonesa, una Regla de la Iglesia que permitía la instrucción y el estudio de las jóvenes dentro de los monasterios, que no deseaban casarse y tampoco recurrir a la clausura. Abrazar el convento suponía un voto de obediencia y castidad pero sin renunciar a tener un papel independiente en la corte, con libertad para viajar, mantener su patrimonio e incluso tener criada. 

Estas comunidades femeninas, siempre dedicadas al culto, al estudio y a la creación cultural, han estado presentes a lo largo de la historia de una u otra manera, pues las encontramos desde los tiempos clásicos cuidando el templo de Diana o el de Atenea, y renunciando al matrimonio para dedicarse exclusivamente a cultivar su alma independiente a través de su entrega a las artes y las ciencias. 

Esta abadía femenina en la que se educó y vivió Roswitha era un pequeño principado independiente guiado por mujeres, que tenía sus propios tribunales, su ejercito y hasta su propia moneda. De su relevancia en la Europa medieval durante la dinastía de los emperadores Otones da cuenta que fuera esta canonesa la escritora escogida por el emperador Oton I, para narrar la gesta de su reinado.

Todo lo que de ella hemos sabido, pues se conserva un solo manuscrito de sus obras, nos ha hecho reconocer el papel fundamental que esta dramaturga ha tenido en la difusión de las ideas tradicionales a través del teatro convertido en escuela de enseñanza y transmisión de ideas que al ser escenificadas se hacen más comprensibles, tanto para los actores que memorizan el papel, como para los que participan como público en la representación.  

A través de su teatro, Roswitha comunicó a sus semejantes las ciencias y las artes liberales, o sea las artes de las letras y los números: gramática, retórica, dialéctica, geometría, aritmética, astronomía y música, haciéndoles llegar a todos los participantes el pensamiento de los grandes filósofos y poetas, Virgilio, Horacio, Ovidio Boecio, Prudencio o Sedilio cuyas obras aparecen citadas y comentadas en sus dramas. Tal y como lo expresaba al hablar de ella misma, se sentía heredera de todos ellos, definiéndose como continuadora de una cadena tradicional de pensamiento en la cual ella se consideraba la "última de las últimas”.

Nos han llamado la atención los elogios que los cronistas de la época dedican a la escenografía de sus obras teatrales, subrayándose el respecto y apoyo que al parecer existía entre las mujeres que componían el grupo de actrices y cantoras que representaban sus obras. Todo un ejército de damas dedicadas a la enseñanza y las artes de la escena, un arte sagrado de la memoria y una escuela educativa que además del estudio y memorización de los textos, contaba con el desarrollo de otros oficios como el de las costureras y todas aquellas artes de la aguja que eran necesarias para crear los vestuarios, etc. 


Seguirle la pista a Roswitha nos ha llevado a observar el modo en que estaban organizadas estas damas residentes en la abadía de Gandersheim, que lejos de estar  apartadas de la realidad tomaron el arte de la escena como un teatro vivo y combativo contra la estulticia de su época, empleando con gran ardid tanto la comedia como la sátira burlesca como fórmula hacer evidente una situación errónea o de abuso. Por medio de e
sos géneros teatrales relacionados con el humor, la canonesa y sus actrices pudieron poner en evidencia y con todo desparpajo ciertas actitudes de dominio, tanto machistas como feministas, o simplemente de abuso de poder Es decir que el marco teatral le permitió afear comportamientos sociales, incluso de los representantes del gobierno y de la Iglesia, que sin aquel enmarque de que dota el teatro, habría sido imposible de expresar.

La canonesa Roswitha y su ejército de actrices, escenificaron el verdadero sentido simbólico y tradicional que poseen los textos bíblicos. Y es evidente que para ello no necesitaron el púlpito sino un escenario teatral para dirigirse a la gente y contarles, por ejemplo, lo que significa la 
misericordia de Dios, y que no hay culpa, sino ignorancia, y que el propósito de enmienda, es decir la comprensión del presente borra, definitivamente, los errores del pasado. Roswitha lo escenifica del siguiente modo 
en la obra: Caída y conversión de María, sobrina del eremita Abraham.

La realidad que esta sabia dramaturga nos muestra a través de sus obras es que la verdadera Iglesia no está fuera, sino dentro, en el corazón y la conciencia de aquellos que se sienten identificados con sus principios y con su doctrina. La obra citada trata de una joven que por haberse quedado huérfana es educada con todo amor por su tío que la mantiene dedicada a dios, la muchacha crece y se enamora de un monje que la abandona. María huye para caer en los brazos de un rufián que la prostituye. Y así la encuentra su tío, que disfrazado de soldado se presenta en el prostíbulo donde trabaja, siendo entre todas las demás muchachas la más requerida, tanto por su belleza como por su inteligencia y su sensibilidad. A nadie extraña que sea requerida por un viejo soldado, quien una vez a solas con su sobrina se da a conocer pidiéndole que abandone esa vida, y vuelva con él. Ella entiende que el haber desviado su vida de ese modo no la hacen ya merecedora de obtener ningún perdón. Sin embargo Abraham, en un tierno y dramático diálogo, le dice todo lo contrario, recordándole el amor de padre-hija que siempre sintieron el uno por el otro, y que eso no puede borrarse nunca. La escena se presenta del siguiente modo:

Se abre el telón y aparece un prostíbulo con dos personajes en escena. Una joven que siente la desesperanza de haber desviado su vida y un hombre de mediana edad, su tío, que la está visitando:
-Ella: “Si existiese alguna esperanza de merecer el perdón, no me faltaría voluntad de arrepentirme".
-Él: Ten piedad del cansancio que me pesa por tu amor y abandona esta peligrosa desesperación, que es más grave que todos los pecados, lo sabemos bien: Dios quiere ser misericordioso con los pecadores y quien no lo espera peca sin remedio. Porque así como la chispa que brota del pedernal no puede incendiar el mar, así el amargo sabor de nuestros pecados no tiene fuerza para modificar la dulzura y la benevolencia divina".

Escena teatral en la corte de los Otones

Durero, que como sabemos fue grabador de una obra simbólica dentro de la corriente del Hermetismo, hizo un retrato de Roswitha como ilustración a la primera edición de sus obras. Esto significa 
que en ese periodo de florecimiento esta escritora también estuvo presente. En su grabado, Durero la representa haciendo entrega a Oton I del libro con la biografía de quien inició esa dinastía de emperadores.

Por cierto, decir que fue la hermana de este mandatario quien recogió en su biblioteca el único manuscrito que se conserva con las obras de esta escritora insigne.  Mª Ángeles Díaz. Mujeres en las Artes Escénicas 








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